Los cuerpos extraños
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Edición original, junio 2014 |
El resumen del editor
Mientras pasa el fin de semana en familia, el brigada Bevilacqua recibe el aviso de que el cadáver de la alcaldesa de una localidad levantina, cuya desaparición había sido previamente denunciada por el marido, ha sido hallado por unos turistas en la playa. Para cuando Bevilacqua y su equipo llegan y se hacen cargo de la investigación, el juez ya ha levantado el cadáver, las primeras disposiciones están tomadas y se está preparando el funeral. El lugar es un avispero en el que se desatan todo tipo de rumores sobre la víctima, una joven promesa que venía a romper con los modos y corruptelas de los viejos mandarines del partido y que apostaba por renovar el modo de hacer política. Además, el descubrimiento de su agitada vida sexual, que puede calificarse de todo menos insípida, arroja sobre el caso una luz perturbadora. Pero no hay mucho tiempo para indagar y en esta
ocasión Bevilacqua y Chamorro deben apresurar una
hipótesis en un fuego de intereses cruzados, en el que la causa
de la joven política es también la causa de la integridad
personal, de la que el país entero parece haberse apeado. |
Un apunte del autor
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La cal de la crítica...
(Ésta es la última reseña que hizo Ricardo Senabre de un libro mío, antes de su fallecimiento a comienzos de 2015. En este texto lo recordé para El Cultural. Como siempre, le agradezco la generosidad y rigor de su lectura, incluso que me señalara un despiste -a veces la guardia se relaja e incurrimos en automatismos que ninguna revisión detecta, porque se contamina de la misma inercia- y que me permitió mejorar el texto en ediciones sucesivas. Voy a añorarle, de veras.) "Retorna
el brigada Bevilacqua y su ayudante, la sargento Chamorro, ambos de la
Guardia Civil, a ocuparnos en una de sus investigaciones. Los lectores
de novelas policiacas tenemos nuestros detectives predilectos. A
algunos incluso los extrañamos si pasan mucho tiempo sin
aparecer por nuestras vidas. Roland Barthes confesaba que una de sus
pasiones nocturnas era irse a la cama con dos novelas, una de
Émile Zola y otra policiaca. Algunos detectives nos hacen
compañía, y, a veces, mediante las tramas en las que se
lían, parece que dialogáramos sobre el mundo y las
personas que lo habitan. Esta es mi filosofía sobre la novela
negra, policiaca o de intriga. Después viene el proceso de
jerarquización y descarte. Lorenzo Silva (Madrid, 1966)
está entre mis preferencias literarias españolas. Tanto
si escribe una novela policiaca, como si un libro de relatos o una
novela generacional. Intento comparar esta nueva novela con las
anteriores con los mismos protagonistas y no puedo decir que esta sea
la mejor. Puede darse el caso de que recuerde casi con exactitud El
alquimista impaciente, La
niebla y la doncella o la anterior, La marca
del meridiano (Premio Planeta en 2012), pero cada entrega tiene
su
sello personal y un elemento (su clave poética) que la hace
característica. En Los
cuerpos extraños, Silva se inclina
para que su centro de gravedad moral sea la clase política
española, sus casos de corrupción. Pero esta novela, como
sucede con todas las suyas, incluidas las no policiacas, inciden en la
confrontación psicológica. El asesinato de una alcaldesa
de un pueblo del Mediterráneo da pie a una indagación,
que, como en todos los casos de Bevilacqua y Chamorro, termina siendo
un contrapunto entre el mundo de las apariencias y el de los secretos
inconfesables o delictivos. O los dos a la vez. Esta vez la sargento
Chamorro arrastra bajo su apariencia de funcionaria responsable y
competente un drama privado, tan triste como irresoluble. Mientras
Bevilacqua mantiene su inteligencia instintiva para verlas venir.
Lorenzo Silva es un maestro en los diálogos. Siempre es una
gozada ver a nuestro brigada cruzar palabras con sus sospechosos, y esa
cómplice coordinación con su sargento para barruntar la
maldad. A veces tengo la sensación de que las novelas policiacas
de Silva funcionan como una serie de autobiografías, con esa
pulsión de curiosidad e inquietud por sí mismo y por el
mundo que lo rodea. Para terminar: encontré en la página
273, segundo párrafo, una oración que no entendí.
Puede que el desliz, menor, sea del autor, pero los editores tienen la
última responsabilidad de que los libros salgan perfectos. Por
lo demás, lo dicho, que el brigada que gustaba de leer en su
juventud a Stendhal y Rilke nos siga consolando con su sentido de la
justicia, la sentimental y la moral." "Desde que nacieran en El lejano país de los estanques, hasta hoy, con Los cuerpos extraños, son ocho los libros que cuentan las investigaciones criminales del brigada Bevilacqua y la sargento Chamorro, los dos guardias civiles que arrancan a Lorenzo Silva algunas de las mejores páginas que recibe la novela criminal o negra en España. Como ocurre en toda saga, es muy diferente el desafío de los comienzos que el que arrostra una saga siete títulos después. El principal reto narrativo (y a la postre estético) de una serie es no repetirse, o por decirlo mejor, repetir únicamente lo suficiente para que el lector fiel reconozca a los que desea reencontrar, pero no quedarse en lo consabido. Lorenzo Silva tiene la inteligencia de saber mantener ese equilibrio entre lo reconocible y lo nuevo. En una novela de serie negra la trama es fundamental. Sin poder revelar mucho, hay conexiones mafiosas (viaje a Nápoles incluido, por desgracia demasiado breve); también hay ingredientes de poder, temperamentos frágiles, otros cínicos... La saga de Lorenzo Silva ha perfeccionado mucho los matices y se mueve con soltura en los interrogatorios, a los que aplica un dominio de la técnica de los diálogos, faceta que no todos los novelistas solventan igual de bien. Otro elemento de la serie que merece celebración son las imágenes de la tercera edad en hoteles de tres estrellas, el desayuno-bufet, los menús del día, las dietas que hay que administrar. Las figuras de los secundarios son muy importantes, como Antúnez, el dueño de los puticlubs, dotado de una psicología muy particular, pero reconocible, como lo son los comentarios machistas, las coartadas morales de las que los políticos quieren dotarse, etc. Quizá no haya territorio en el que sea más necesaria la verosimilitud de las atmósferas y de los personajes que el de la novela policiaca, porque las conductas han de ser creíbles. Me referiré, por último, a la importancia creciente de las nuevas tecnologías de comunicación, con el mundo de pistas que la generalización de internet, en diversas plataformas y recursos, puede proporcionar a la investigación. Lorenzo Silva va haciendo comparecer en sus entregas esta nueva complejidad. Ni la España de 1998, cuando la serie nació, era la de hoy, ni lo son las técnicas y recursos que usan tanto los criminales como la Guardia Civil. Que la serie vaya transformando su piel, sin mudar del todo su cuerpo, es prueba de inteligencia y augurio de éxito." J. M. Pozuelo Yvancos, ABC cultural.
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...y la arena
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