Los cuerpos extraños

  1. El resumen del editor

    Mientras pasa el fin de semana en familia, el brigada Bevilacqua recibe el aviso de que el cadáver de la alcaldesa de una localidad levantina, cuya desaparición había sido previamente denunciada por el marido, ha sido hallado por unos turistas en la playa. Para cuando Bevilacqua y su equipo llegan y se hacen cargo de la investigación, el juez ya ha levantado el cadáver, las primeras disposiciones están tomadas y se está preparando el funeral.

    El lugar es un avispero en el que se desatan todo tipo de rumores sobre la víctima, una joven promesa que venía a romper con los modos y corruptelas de los viejos mandarines del partido y que apostaba por renovar el modo de hacer política. Además, el descubrimiento de su agitada vida sexual, que puede calificarse de todo menos insípida, arroja sobre el caso una luz perturbadora.

    Pero no hay mucho tiempo para indagar y en esta ocasión Bevilacqua y Chamorro deben apresurar una hipótesis en un fuego de intereses cruzados, en el que la causa de la joven política es también la causa de la integridad personal, de la que el país entero parece haberse apeado.

  2. Un apunte del autor

    Diecinueve años y siete títulos después, tocaba reencontrarse con Bevilacqua y Chamorro. Como siempre, el desafío era hallar el equilibrio entre mantenerlos fieles a sí mismos, y a los lectores que los siguen, y poner en la historia las dosis de novedad que su autor necesita para disfrutar de la escritura y sentir que tiene sentido. En este caso, la descomposición pública que aqueja al país en que Chamorro y Bevilacqua trabajan me ofrecía el argumento idóneo. Partí de un crimen real, el asesinato en 2007 del alcalde de una pequeña localidad levantina, para construir una ficción que no narra ese suceso, pero se alimenta del mismo caldo de cultivo. La novela resultó lamentablemente profética. Estando en imprenta hubo un asesinato, no de una alcaldesa, sino de una presidenta de diputación, por querellas en las que se mezclaba, como aquí, lo público y lo privado. Y varios meses después, la Guardia Civil irrumpió simultáneamente en media docena de ayuntamientos de diversos partidos y detuvo a sus alcaldes (en lo que se llamó la Operación Púnica). Como sucede en la novela. ¿Casualidad? Nunca existen del todo las casualidades…

  3. La cal de la crítica...

    «El éxito y la popularidad alcanzados por dos personajes de Lorenzo Silva (Madrid, 1966) como los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro no se deben sólo a lo que podríamos denominar su veteranía editorial, con ocho volúmenes ya publicados, sino a que el autor ha sabido desde el primer momento borrar cualquier indicio que hiciese de los investigadores dos héroes sobrehumanos para acercarlos al nivel de los seres comunes. Los detectives míticos parecen no envejecer nunca y mantienen intactas sus capacidades, pero estos van cumpliendo años y acusando las erosiones de la edad. Bevilacqua, que trata de sostener una frágil e intermitente relación con una juez, arrastra un divorcio y un hijo adolescente del que no puede ocuparse, mientras que Chamorro, con treinta y nueve años y varias relaciones frustradas, descubre que es estéril. También los asuntos de que se ocupan han ido cambiando, porque lo ha hecho la sociedad en que viven, y si al comienzo de su carrera podían indagar un crimen o una muerte misteriosa, ahora el crimen es tan sólo un punto de partida que los enfrenta a un gigantesco caso de corrupción en una población levantina en el que se hallan implicados políticos de fuste y hasta ramificaciones de una mafia extranjera. La temporalidad que jalona las sucesivas investigaciones de Bevilacqua y Chamorro -esto es, su marcada historicidad- es un factor importante de su verosimilitud. Algo parecido podría afirmarse de los métodos de investigación, que ahora incluyen la colaboración entre comandancias diferentes, los pinchazos telefónicos, el examen interno de ordenadores -casi siempre encomendado a guardias civiles jóvenes, procedentes de las generaciones informáticas- y el recurso a pruebas forenses irrebatibles. El cruce de varias líneas de investigación -el crimen, la corrupción política y el blanqueo de dinero, la intervención de maleantes extranjeros- exige que Bevilacqua tenga que ir dando informaciones parciales a distintos jefes, como el coronel Pereira, el comandante Rebollo, Ribes, encargado de la unidad de delitos económicos, o la comandante Menéndez, en cuya jurisdicción se comete el delito inicial. Todo esto complica la investigación, impide que sea rectilínea y -todo hay que decirlo- entorpece asimismo un tanto su exposición narrativa con meandros o informaciones irrelevantes (“las restricciones presupuestarias impedían que el aire acondicionado estuviera demasiado fuerte, y por su orientación aquella parte del edificio no se calentaba tanto como otras por la acción del sol”, p. 312) o con ciertas digresiones reiterativas que en algún momento contaminan la habitual limpidez de la prosa del autor: “No lo pensé dos veces antes de marcarlo. Hacía ya mucho tiempo que me pensaba lo justo lo que sentía con toda claridad que deseaba hacer” (p. 39). Pese a la complejidad de las acciones, la articulación de la historia, planteada casi como una crónica, es impecable, y ningún detalle queda suelto y sin su engarce correspondiente. Silva ahonda en algunos aspectos de su pareja de investigadores, pero deja esbozados otros tipos, como el juez Limorte o la comandante Menéndez, defensores de la justicia contra viento y marea, o un grupo de políticos y leguleyos que envilecen la acción pública y sugieren que la honradez y la transparencia en un organismo corrupto y enfermo es un cuerpo extraño con graves dificultades para sobrevivir. El lector comprenderá que, en este caso, cualquier parecido con la realidad no es simple coincidencia. No es Silva uno de esos escritores que dan la espalda al diccionario, y casi nunca ofrece nada objetable, aunque alguna vez se deje llevar por creaciones innecesarias y de moda, como “listado” (p. 323) por ‘lista’ o, al estilo inglés, “evidencias” (p. 325) por ‘pruebas’. Fuera de esto, sólo el descuido de “trocan” (p. 179) por la forma irregular -pero canónica- ‘truecan’ es un lunar extirpable. Los cuerpos extraños no decepcionará a los lectores de Lorenzo Silva ni a quienes siguen sin desmayo las andanzas de Bevilacqua y Chamorro».

    Ricardo Senabre, El Cultural.

    (Ésta es la última reseña que hizo Ricardo Senabre de un libro mío, antes de su fallecimiento a comienzos de 2015. En este texto lo recordé para El Cultural. Como siempre, le agradezco la generosidad y rigor de su lectura, incluso que me señalara un despiste -a veces la guardia se relaja e incurrimos en automatismos que ninguna revisión detecta, porque se contamina de la misma inercia- y que me permitió mejorar el texto en ediciones sucesivas. Voy a añorarle, de veras.)

    «Retorna el brigada Bevilacqua y su ayudante, la sargento Chamorro, ambos de la Guardia Civil, a ocuparnos en una de sus investigaciones. Los lectores de novelas policiacas tenemos nuestros detectives predilectos. A algunos incluso los extrañamos si pasan mucho tiempo sin aparecer por nuestras vidas. Roland Barthes confesaba que una de sus pasiones nocturnas era irse a la cama con dos novelas, una de Émile Zola y otra policiaca. Algunos detectives nos hacen compañía, y, a veces, mediante las tramas en las que se lían, parece que dialogáramos sobre el mundo y las personas que lo habitan. Esta es mi filosofía sobre la novela negra, policíaca o de intriga. Después viene el proceso de jerarquización y descarte. Lorenzo Silva (Madrid, 1966) está entre mis preferencias literarias españolas. Tanto si escribe una novela policíaca, como si un libro de relatos o una novela generacional. Intento comparar esta nueva novela con las anteriores con los mismos protagonistas y no puedo decir que esta sea la mejor. Puede darse el caso de que recuerde casi con exactitud El alquimista impaciente, La niebla y la doncella o la anterior, La marca del meridiano (Premio Planeta en 2012), pero cada entrega tiene su sello personal y un elemento (su clave poética) que la hace característica. En Los cuerpos extraños, Silva se inclina para que su centro de gravedad moral sea la clase política española, sus casos de corrupción. Pero esta novela, como sucede con todas las suyas, incluidas las no policíacas, inciden en la confrontación psicológica. El asesinato de una alcaldesa de un pueblo del Mediterráneo da pie a una indagación, que, como en todos los casos de Bevilacqua y Chamorro, termina siendo un contrapunto entre el mundo de las apariencias y el de los secretos inconfesables o delictivos. O los dos a la vez. Esta vez la sargento Chamorro arrastra bajo su apariencia de funcionaria responsable y competente un drama privado, tan triste como irresoluble. Mientras Bevilacqua mantiene su inteligencia instintiva para verlas venir. Lorenzo Silva es un maestro en los diálogos. Siempre es una gozada ver a nuestro brigada cruzar palabras con sus sospechosos, y esa cómplice coordinación con su sargento para barruntar la maldad. A veces tengo la sensación de que las novelas policiacas de Silva funcionan como una serie de autobiografías, con esa pulsión de curiosidad e inquietud por sí mismo y por el mundo que lo rodea. Para terminar: encontré en la página 273, segundo párrafo, una oración que no entendí. Puede que el desliz, menor, sea del autor, pero los editores tienen la última responsabilidad de que los libros salgan perfectos. Por lo demás, lo dicho, que el brigada que gustaba de leer en su juventud a Stendhal y Rilke nos siga consolando con su sentido de la justicia, la sentimental y la moral.»

    J. Ernesto Ayala-Dip, Babelia.

    «Desde que nacieran en El lejano país de los estanques, hasta hoy, con Los cuerpos extraños, son ocho los libros que cuentan las investigaciones criminales del brigada Bevilacqua y la sargento Chamorro, los dos guardias civiles que arrancan a Lorenzo Silva algunas de las mejores páginas que recibe la novela criminal o negra en España. Como ocurre en toda saga, es muy diferente el desafío de los comienzos que el que arrostra una saga siete títulos después. El principal reto narrativo (y a la postre estético) de una serie es no repetirse, o por decirlo mejor, repetir únicamente lo suficiente para que el lector fiel reconozca a los que desea reencontrar, pero no quedarse en lo consabido. Lorenzo Silva tiene la inteligencia de saber mantener ese equilibrio entre lo reconocible y lo nuevo. En una novela de serie negra la trama es fundamental. Sin poder revelar mucho, hay conexiones mafiosas (viaje a Nápoles incluido, por desgracia demasiado breve); también hay ingredientes de poder, temperamentos frágiles, otros cínicos… La saga de Lorenzo Silva ha perfeccionado mucho los matices y se mueve con soltura en los interrogatorios, a los que aplica un dominio de la técnica de los diálogos, faceta que no todos los novelistas solventan igual de bien. Otro elemento de la serie que merece celebración son las imágenes de la tercera edad en hoteles de tres estrellas, el desayuno-bufet, los menús del día, las dietas que hay que administrar. Las figuras de los secundarios son muy importantes, como Antúnez, el dueño de los puticlubs, dotado de una psicología muy particular, pero reconocible, como lo son los comentarios machistas, las coartadas morales de las que los políticos quieren dotarse, etc. Quizá no haya territorio en el que sea más necesaria la verosimilitud de las atmósferas y de los personajes que el de la novela policiaca, porque las conductas han de ser creíbles. Me referiré, por último, a la importancia creciente de las nuevas tecnologías de comunicación, con el mundo de pistas que la generalización de internet, en diversas plataformas y recursos, puede proporcionar a la investigación. Lorenzo Silva va haciendo comparecer en sus entregas esta nueva complejidad. Ni la España de 1998, cuando la serie nació, era la de hoy, ni lo son las técnicas y recursos que usan tanto los criminales como la Guardia Civil. Que la serie vaya transformando su piel, sin mudar del todo su cuerpo, es prueba de inteligencia y augurio de éxito.»

    J. M. Pozuelo Yvancos, ABC cultural.

  4. ...y la arena

    No me consta nada en los medios más o menos convencionales, a la fecha. Todo lo más, algún bloguero ha expresado sus reservas, o su preferencia por las primeras novelas de la serie (con nostalgia de un Bevilacqua que ya no puede ser el de los 50 años, salvo que lo convirtiera en inmune a los zarpazos del tiempo).

  5. Comentarios
    10 Comentarios
    1. Leída y paladeada #loscuerposextraños , exquisita y apasionante. Enamorado de la evolución de los personajes y su entorno, tan nuestro, tan actual. Estoy tan enganchado a Vila y Chamorro que me da pavor leerme las últimas novelas por el vacío que me ocasionaría terminarlas y el mono que sufriría esperando una nueva novela. Tengo tres por delante esperándome Enhorabuena Lorenzo.

    2. Habia leído algo tuyo causándome una muy buena impresión. Pero mi sorpresa ha sido al encontrar uno de Vila y Chamorro y enterarme de que hay toda una serie de ellos. Me he enganchado de tal manera que llevo tres leídos, uno tras otro sin parar y me preocupa me llegue a suponer una obsesión de lo mas grata. Voy a preparar los siguientes que me faltan por leer con el convencimiento de que no me van a defraudar. Enhorabuena por la facilidad que tienes para crear historias, gracias por hacernos partícipes y poder disfrutarlas. Charo

    3. Hola Lorenzo
      Que bien me lo paso con tus libros
      La confidencia de Chamorro a Vila, cuando le dice que espera de la vida terminar como el, resolviendo casos, es una puerta abierta a una nueva serie con Chamorro como protagonista?

    4. Maria Pilar Cambra Brown 14 septiembre, 2021 a las 9:20 am Responder

      Como verá por mi nombre yo también soy una de esos «cuerpos extraños» y le he de confesar que Vd. es de los pocos autores contemporáneos que leo por gusto, de hecho compré la antología por Kindle. Dos cosas, primero una crítica.

      Tenía ganas que hiciera con Valencia lo que hizo con Madrid y Barcelona, crearla un espacio especial en su prosa, una ensoñación y no lo hizo, nos quedamos nada más con la corrupción política. Eso me causó tristeza, entre unas cosas y otras llevo viviendo más de 30 años en la Comunidad (empezando incluso antes de cuando era una comunidad) y Valencia siempre, inmerecidamente, ha ido de comparsa, pasada por alto… Bueno, otro día será…

      Lo segundo un elogio, que reflexión tan buena sobre lo de los «cuerpos extraños» al final una de las mejores metáforas que he leído, y he leído mucho, aunque mayormente en inglés…

      Finalmente, tiene traductor al inglés????

      • Gracias, amiga, por los generosos comentarios. También por la crítica. El escenario de mi novela es la Valencia más turística e impersonal, que para mí también tiene su aquel, incluso su poesía, aunque quizá no se aprecie con facilidad. Una tentativa de plasmarla es el paseo nocturno del capítulo 8, pero siento no haber sido lo bastante convincente. También sucede que Vila es en Valencia un turista más, mientras que Barcelona y Madrid sin ciudades donde ha vivido. Tal vez esté más cerca de esa reivindicación sentimental del espacio que echa de menos la segunda parte de «Carta blanca», situada en un paraje valenciano muy especial, el de La Murta en Alzira. Por si le apetece echarle un vistazo.

        Del traductor, si quiere, le comento en privado. Gracias otra vez.

    5. Terminada, saboreada, disfrutada…… cada vez mejor. Como me gustan estos personajes; ya se que dices que todo es ficción y producto de tu imaginación, pero desde que me estoy leyendo la serie no puedo evitar de mirar diferente a la Guardia Civil…. En fin.
      Por cierto me he leído tuyo también Carta Blanca, hay algún título más que puedas recomendarme?

      Muchas gracias…….. no quiero que termine Chamorro y Beliaccqua…… en fin.

      Saludos. Ahora a comprar Donde los Escorpiones.

      • Muchísimas gracias. Si te gustó Carta blanca, puedo recomendarte El nombre de los nuestros.Y con carácter general, La flaqueza del bolchevique y Música para feos. Son cortitos, son dos historias de amor, y a la vez bastante personales. Seguiremos con Chamorro y Bevilacqua, tranquilo.

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