Noviembre sin violetas

  1. El resumen del editor

    Juan Galba se cree a salvo en su tranquilo empleo en un balneario. Hace ya una década que disolvió la sociedad criminal que formaba con su gran amigo, Pablo Echevarría, muerto en extrañas circunstancias. Pero un día se presenta en el balneario Claudia Artola, la viuda de éste. Lleva consigo unas cartas que obligarán a Juan a volver, muy a su pesar, a los manejos ilícitos. Por una lealtad no exenta de culpa, deberá proteger a Claudia de una implacable persecución y resolver un escabroso crimen. Pero lo que Juan no sospecha es que tras la sucesión de cadáveres y asesinos, se perfila una venganza perfectamente trabada.

    Noviembre sin violetas parece, en una primera aproximación, una apasionante y vertiginosa novela policíaca. Sólo que en este caso el enigma encuentra al detective y no al revés, como suele ser habitual en este género. Desde esa inversión de los cánones, nada es lo que parece y los personajes casi nunca muestran su verdadero rostro. La novela es, en fin, una reflexión sobre la absolución que quizá merezca toda acción humana y sobre la condena que pesa, por el contrario, sobre sus consecuencias.

    Lorenzo Silva especifica con una prosa incisiva -y llena de humor- el horror de un hombre que huye de su destino, pero que termina aceptando que el presente, al ser la resolución del pasado, es un tiempo imposible de vivir. Cuando todo está perdido, el recuerdo de la belleza constituye la única forma de salvación.

  2. Un apunte del autor

    Esta novela fue escrita entre febrero y diciembre de 1991, y se publicó por primera vez en 1995, en las hoy desaparecidas Ediciones Libertarias. Es mi primera novela publicada. El primer libro… Con eso está dicho todo, y entre otras cosas que es honrosamente ingenuo y que está lleno de ilusión. También puedo añadir que viene a ser una especie de síntesis de las tres novelas que escribí antes, y que prefiero dejar inéditas. No es un libro perfecto, ni mucho menos, porque a los 25 años resulta casi imposible ser un novelista sin fallos, pero me ha alegrado mucho que Ediciones Destino decidiera reeditarlo recientemente.

  3. La cal de la crítica...

    «Noviembre sin violetas» es una sorpresa gratísima. Hay en la novela un propósito tenaz de rehuir lo manido y facilón, y un esfuerzo por dotar a la historia de coherencia y originalidad. Será conveniente atender a la evolución de este nuevo escritor que posee las dotes necesarias para no ser un escritor más.»

    Ricardo Senabre, ABC.

    Con ocasión de su reedición en bolsillo en el año 2000, esta novela fue objeto de esta esta generosa reseña por parte de un finísimo crítico y escritor:

    «Bajo la máscara del género policiaco palpita en esta novela de ritmo implacable y prosa exacta un tratado elocuente y lúcido de las pasiones y prisiones humanas, de las heridas que nunca se cierran y las ilusiones que se desangran en la memoria, de la comprensión y también de la complicidad, del fracaso y la lealtad, de la ruina y el renacimiento, del destino y la belleza como tabla de salvación. Convertido ahora en autor de primera fila (en todos los sentidos), Silva puede mirar hacia su primera novela publicada con orgullo y satisfacción: sus páginas son la mejor carta de presentación para un escritor llamado a realizar grandes cosas».

    Tino Pertierra, La Nueva España.

    Un hermoso regalo a propósito de este libro

    Ésta es la carta que recibí de Ernesto Sabato, a quien envié un ejemplar de Noviembre sin violetas en prueba de gratitud por haberme dado permiso para utilizar una frase suya en la contratapa del libro. La inserto no por lo que dice del libro (eso ya se comprende) sino por lo que dice de él mismo, y por la hermosa esperanza que supone para el género humano la existencia de personas así.

  4. ...y la arena

    «Naturalmente, tanto en el desarrollo de la historia como en los medios puestos a su servicio por el novelista hay ciertos altibajos (…) El diálogo entre Juan y don Eladio flaquea por su carácter tópico y convencional, y no es el único caso, porque los diálogos, salvo aquellos que recuperan el tono de un provocador Marlowe, adolecen de cierto envaramiento en la novela…»

    Ricardo Senabre, ABC.

  5. Comentarios

    Deja una Respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *