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24 septiembre, 2022

Un crimen en el Camino

Río Sarria, en Samos, Lugo, al costado del Camino. El lugar del crimen.

Me alegra poder decir que queda ya menos de una semana para que llegue a las librerías La llama de Focea, la última entrega —por ahora— de la serie de Chamorro y Bevilacqua. Es la undécima novela, el decimotercer título de la serie —fuera supersticiones— y con ella los dos guardias civiles de ficción, los personajes que más ventura personal y literaria me han traído, cumplirán un cuarto de siglo con los lectores. En mi cabeza llevan algo más: escribí la primera novela en el verano de 1995 y andaba dándoles vueltas desde 1994. Pero los libros, y quienes los habitan, son ante los lectores, con los lectores y en los lectores. Dentro de unos pocos meses, cuando se cumplan los 25 años de la aparición de El lejano país de los estanques, serán las verdaderas bodas de plata.

Esta circunstancia y algunas otras acaecidas durante su escritura conducen a que La llama de Focea tenga un cierto carácter de compendio, de balance de todas las aventuras anteriores. También pesa el hecho de que los dos personajes están ya instalados en la plena madurez, ese momento de la vida en que se repara en que uno tiene menos futuro que pasado y hay que empezar a entender de una vez qué pinta uno en el mundo y buscarse una manera de seguir habitándolo —y a la postre, abandonarlo— que no resulte demasiado estúpida ni indigna.

Navarra, la frontera. Inicio del tramo español del Camino francés, que recorre la víctima.

Su estructura la emparenta con otra novela de resumen vital y toma de conciencia: la anterior de la serie, El mal de Corcira. Si en aquella entrega la investigación presente se desarrollaba en paralelo con la historia de la implicación de Vila en la lucha antiterrorista durante los años de plomo —fines de los 80 y principios de los 90 del pasado siglo—, en esta ocasión la pesquisa que trata de esclarecer el crimen contemporáneo, la muerte en el otoño de 2019 de una joven barcelonesa que hacía el Camino de Santiago en tierras de Lugo, se alterna con la evocación de los días de aprendizaje del subteniente como investigador de homicidios, en la Barcelona olímpica y postolímpica. Allí Bevilacqua vivió avatares personales y profesionales que lo marcaron y que recuerda al verse forzado a regresar a Cataluña para investigar en el entorno de la víctima.

Sobre estas líneas tenéis la cubierta de la novela y en este enlace su sinopsis editorial. En esta anotación no pretendo contar más sobre el libro —tampoco sobre su título, cuyo significado descubrirán quiénes lleguen a su epílogo—; sólo quería compartir mi alegría y algunas imágenes que remiten a escenarios descritos o evocados a lo largo de la novela, para abrir boca y dar una pincelada visual sobre la atmósfera que en esta ocasión envuelve la acción. Opto por breves pies de foto para explicar lo que son las imágenes. Quizá os sean útiles para visualizar mejor los lugares cuando os salgan al paso en el relato. Y agradezco de antemano el interés y la atención a todos los que, después de tantos años y tantos libros, decidáis abrir este con la ilusión de leerlo.

El paso de Roncesvalles, desde el lado español.
Roncesvalles, monumento a la famosa batalla. Donde cayó Roldán.
Roncesvalles, con la capilla del Apóstol (izquierda) y el silo de Carlomagno (centro).
El apóstol en su capilla de Roncesvalles.
Río Urrobi, en Navarra, no lejos de Burguete y Roncesvalles.
La aldea de O Cebreiro o El Cebreiro, en Lugo. La puerta gallega del Camino.
Santa María la Real de O Cebreiro.
Posada de peregrinos en O Cebreiro.
Cruceiro o crucero. O Cebreiro.
Monumento a la Peregrina. O Cebreiro.
Monumento al Peregrino. Alto de San Roque, Lugo.
Samos, Lugo. El río Sarria (u Oribio) a su entrada en el pueblo.
Samos. Monasterio de San Xulián.
Monasterio de San Xulián. Samos.
El río Sarria a las afueras de Samos. La ribera del crimen.
Otra vista del río Sarria a las afueras de Samos.
Y una tercera vista del río y sus riberas.

Samos. La casa azul al lado del Camino.
El cielo azul de la infancia de Vila. Rambla de Montevideo. El Río de la Plata.
El Río de la Plata al atardecer, en La Floresta. Así se entiende su nombre.
Y una tercera imagen del Río de la Plata, al anochecer. En La Floresta también.
Y para terminar, la playa de Viladecans (Barcelona). Donde el caballero amó, batalló y perdió su ventura.

(Todas las fotos: Lorenzo Silva).

Actualidad - Bevilacqua y Chamorro
About Lorenzo Silva
8 Comentarios
  1. Buenas tardes, nací en Argentina, pero causa dictadura militar vivo en Roma desde 1978,(mis abuelos eran italianos),y supongo que,en parte las vicisitudes de Vila me son familiares
    Estuve cuando hizo su presentación en Roma en el 2018?y desde que lo descubrí (creo que fue en el 2012)no me pierdo una novela,gracias al ereader (sacrilegio para casi todos los lectores)puedo acceder inmediatamente y leer en español!!!soy psicoanalista y es tan buena su escritura que pasó por alto la baja estima que tiene del gremio .gracias por esta nueva entrega, la saludo cordialmente!!

    • Eso sí que tiene mérito, Sara, muy agradecido. Le pido disculpas por los venablos de Vila contra el psicoanálisis. Es un iconoclasta y un diletante y le gusta llamar la atención, no se lo tenga en cuenta.

  2. Menuda ilusión me he llevado hoy al leer la noticia de la publicación de otra entrega de mi admirado Vila.Se lo agradezco enormemente, gracias Lorenzo.

  3. ¡¡Qué alegría!! Echaba mucho de menos a Vila y a Chamorro. Deseo fervientemente que no sea la última.
    Les tengo especial cariño, junto a Montalbano. He pasado grandes tardes con ellos.

  4. Leída.
    Magnífico final.
    A la espera de la siguiente entrega que supongo será dentro de dos o tres años, el mundo habrá cambiado tanto que las reflexiones de Vila nos van a ayudar a mantener la cordura necesaria para sobrellevarlo.

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