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23 marzo, 2019

Cuestión de coraje @elespanolcom

 

 

En la entrega de esta semana, el juicio de todos los juicios, que también se ha convertido en el más potente drama judicial jamás producido en España, ha suscitado un interesante debate acerca de una cuestión antigua, cual es la del coraje. A quienes han comparecido ante la sala para prestar testimonio sobre los actos de violencia, resistencia u hostilidad de que fueron objeto cuando trataban de llevar a cabo órdenes judiciales, se los ha tratado de presentar, tanto por las defensas de los procesados como por los fieros palmeros de la causa independentista, como doncellas asustadizas que exageran la amenaza que en efecto sufrieron, exhibiendo así una debilidad de carácter impropia de su profesión y de las funciones que han de desempeñar.

Se pregunta uno, al asistir a estas lecciones de coraje, cuántos de esos letrados u opinadores afectos se vieron alguna vez frente a una multitud enfervorizada que los centuplica -o decuplica, tanto da- en número y a la que se ha inoculado un odio visceral contra ellos. Se pregunta uno, también, hasta qué punto entienden que la profesión de agente de la autoridad, en el ejercicio de funciones legalmente encomendadas y bajo control judicial, incluye la resignación a verse vejado y despreciado por quienes actúan en contra del ordenamiento jurídico. La doble vara de medir, que considera una tortura infrahumana que un preso no tenga wifi en su celda pero obliga a un guardia civil o a un policía a tragarse los escupitajos y a soportar que a su hijo se le adoctrine en el aula contra su padre, pasmaría si no fuéramos a estas alturas lo bastante conscientes de la pirámide de falacias y mixtificaciones sobre las que se alza este movimiento.

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About Lorenzo Silva
3 Comentarios
  1. Solo quería hacer una puntualización desde la admiración que te tengo como escritor y el obvio respeto a la libertad que tienes de poner el foco de la crítica en los males causados por el independentismo/secesionismo catalán. Me gustaría que, al menos en los comentarios de tu artículo, quedase constancia de que, en la fractura social de España y en la inoculación de odio visceral contra los agentes de seguridad del Estado, una parte de la responsabilidad casi equiparable a la de los secesionistas recae sobre los cargos públicos y supuestos líderes políticos que azuzaron o aplaudieron el fuego de ese odio a través de los actos de despedida a esos agentes, cuando eran trasladados desde otras comunidades autónomas. ¿Por qué el Ministerio del Interior no realizó de un modo más discreto el traslado a Cataluña de policías y guardias civiles? ¿Por qué ni el presidente del Gobierno ni ninguno de los miembros de su gabinete salieron a censurar esas despedidas de agentes de seguridad, como si fueran soldados que se desplazaban a un acto bélico, que en nada correspondían a la naturaleza de la acción que tenían encomendada? Aquel grito de «¡A por ellos!» no originó la fractura de España pero ha contribuido a que dicha fractura sea más grande y a que las generaciones de tu edad y de la mía probablemente no lleguemos a verla cerrada.

    • El grito de «A por ellos» fue triste e insensato y triste e insensata la complacencia de cuantos pudieran mostrarla, por acción u omisión. No fue empero el Estado el que lo lanzó, tampoco los guardias civiles, que acudieron a Cataluña (me consta) con instrucciones opuestas, como además demostraron, evitando los enfrentamientos en los lugares donde fueron objeto de ataque violento (véase Sant Carles de la Ràpita, apedreados con adoquines, hay vídeo). De hecho, sólo hay un herido de consideración entre el millón y pico de personas que se movilizaron: el que atacó a la Policía y recibió de esta un pelotazo en un ojo (único lugar, por cierto, en que se usó este material). Equiparar el peso de ese error de unos exaltados con el de la acción de quien desde las instituciones provocó el enfrentamiento civil (aceptando que al menos en 40 colegios habría piquetes violentos, según testimonio de los comisarios de los Mossos Trapero y Castellví), me parece, con todo respeto, impracticable.

  2. Estupendo articulo. La fractura social perdura. Hay personas que solo reciben información de lo que pasa en el juicio, y en el mundo, mediante TV3, medio de comunicación totalmente manipulado que pagamos todos los españoles.
    Un ejemplo, el día anterior a que declarara la letrada sobre los sucesos del 20 de septiembre un programa ‘recreo’ de cómo había salido de la consejería. No puedo ver más de 1 minuto ningún programa sin que me sienta totalmente indignada.
    Una misma persona te dice en una conversación que la sentencia está dictada, que el magistrado que está a la izquierda del presidente no debería estar ahí porque se ríe y hace gestos y que el presidente no deja actuar a las defensas, a lo que que respondo: tú solo ves TV3, ¿verdad? A esto le sigue un silencio de más de media hora… y la vida y el trabajo sigue con tensión.

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