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20 marzo, 2020

Diario de la alarma – Día 5

Tormentas hubo y habrá

19 de marzo – Conmociones

Entramos en la parte fea de la curva. En Madrid los hospitales están empezando a colapsarse, y el frente más terrible, las residencias de ancianos, aflora como el gran agujero negro de esta epidemia. Mi buen amigo José me llama para decirme que ha acudido a una residencia donde tenían un fallecido y mientras estaban haciendo el papeleo se les ha muerto otro y había varios más agonizando. Más allá de las diligencias penales que en algún caso habrá que instruir, esto nos obliga a darnos cuenta de que hemos dejado que la vida se convierta en una feria de distracciones banales, mientras descuidamos lo esencial. Los humanos empezaron a serlo cuando acertaron a ofrecer posibilidades de supervivencia a los débiles, a los vulnerables. Dejarlos caer así convierte nuestro progreso en sórdida regresión.

Hay más gente empeñada en aumentar la fealdad. El expresidente Aznar pasea al perro por Marbella con su mujer y dos guardaespaldas. Estoy esperando que la delegación del gobierno le instruya el expediente sancionador correspondiente, para que en adelante el perro lo pasee solo o, si tiene miedo de algo, le deje pasearlo a uno de los guardaespaldas. También creo que hay que empezar a abrir un debate sobre la conveniencia de mantener estos dispositivos tan costosos de seguridad personal a cargo del contribuyente para ciudadanos acaudalados que pueden pagarse seguridad privada. Aznar no es el único, vienen a la memoria algunos otros nombres. Y no hay animadversión hacia la persona: no olvido que cuando gané el Nadal allá por el 2000, con El alquimista impaciente, me felicitó, declaró que era su lectura de verano y ha respondido después con exquisita corrección a algún envío de libros que le hice en señal de agradecimiento. Tiene toda mi consideración como lector, también mi respeto como expresidente, pero no puedo celebrarlo como el ciudadano insolidario que ha demostrado ser.

Los que también se empeñan en dar la nota son los que presiden las autonomías irredentas. El ya grotesco Torra, un peligro público que en cualquier otro país europeo estaría procesado por alta traición, se ha puesto a mentir en pésimo inglés a la BBC, declarando que el pérfido gobierno español no confina a los ciudadanos en sus casas. Siempre cabe la esperanza de que tal y cómo maltrata la lengua de Shakespeare no hayan entendido sus viles embustes. Y el lehendakari se resiste con uñas y dientes a que militares españoles ayuden en Euskadi. Quizá debería haberse preocupado más de que los bilbaínos con segunda residencia no salieran hoy en estampida para disfrutar el puente en sus segundas viviendas de Cantabria, ignorando el estado de alarma. Para su bien —de los ciudadanos incumplidores, de Euskadi y de propio lehendakari— en la frontera cántabra estaban desplegados unos militares españoles, los guardias civiles, que pararon, multaron y devolvieron a casa a los muchos fugitivos que se le colaron a la Ertzaintza.

En estos días releo un libro interesante. Se titula Upheaval y lo firma el pensador y geógrafo estadounidense Jared Diamond. Analiza cómo algunas sociedades superaron cataclismos de envergadura, y hace para ello un paralelismo con cómo las personas pueden superar las grandes adversidades que les sobrevienen. Se ha traducido al español con el título de Crisis, que me parece inadecuado. Quizá habría sido más propio traducirlo como Conmoción. No se trata de salir de una simple dificultad, sino de una que lo pone todo patas arriba, e incluso hace pensar que la pervivencia del individuo o de la comunidad en cuestión está en peligro.

Como es de esperar, ofrece enseñanzas para el momento presente, una conmoción que sacude simultáneamente a decenas de países y cientos o miles de comunidades humanas. Resumiendo mucho —el libro tiene quinientas páginas— Diamond identifica una serie de comportamientos que pueden conducir a la superación, los que han observado comunidades que salieron de sus respectivas conmociones: reconocer que la comunidad está en crisis; aceptar la responsabilidad de cambiar, en lugar de culpar a otros y atrincherarse en el victimismo; levantar un perímetro que permita acotar qué aspectos deben cambiarse, para no quedar apabullados por la sensación de que nada en la comunidad funciona adecuadamente; identificar otras comunidades que puedan proporcionarnos ayuda; buscar modelos en otras comunidades que han permitido resolver problemas similares a los que ahora nos angustian; ser pacientes, y reconocer que la primera solución que se intenta puede no funcionar y que pueden ser necesarios intentos sucesivos; reflexionar sobre los valores esenciales de la comunidad que resultan apropiados y los que pueden haber dejado de serlo; y practicar un honesto autoexamen.

Que alguien les regale el libro a todos los Torra de este mundo y esta hora, y si no lo entienden por sí solos, haga el favor de explicárselo. Con dibujos, si hace falta.

Por lo demás, hoy era el día del Padre. Núria me había comprado un regalo que ha llegado a nuestra casa de Getafe, así que lo ha sustituido por un dibujo. Luego hemos limpiado los excrementos de nuestros amigos los mirlos, y hemos grabado un vídeo para un proyecto de su clase en el colegio. Era un mensaje con letreros que ella iba mostrando a cámara para resaltar el valor del trabajo de los sanitarios y también el de los docentes, que le ha permitido entender y saber ya tantas cosas. Cuando todo esto pase, a ver si nos acordamos de valorar más a quienes nos hacen mejores, y quizá algo menos a quienes sólo se sirven de nuestra atención aborregada para engrosar sus cuentas corrientes. Como banda sonora, le hemos puesto el Always On My Mind en versión de los Pet Shop Boys. Ha sido todo un éxito en el grupo de WhatsApp de padres, tanto que Núria estaba abrumada. «Qué difícil es esto de tener éxito», ha dicho, mientras no daba abasto para leerlo todo.

Al final del día, ha estado leyendo con su madre la Biblia, en la deliciosa versión para niños de mi buena amiga Paloma Orozco. La misma que hace años le leía yo a su hermana mayor, Laura, espero que lo recuerde. Hoy estaban con las plagas de Egipto, y cuando la madre le ha dicho que ya era hora de irse a dormir, Núria ha protestado: «No puedes dejarme así, yo quiero saber cómo acaba.» Así que Noemí le ha tenido que leer el pasaje hasta el final. Y la niña ha sacado sus conclusiones: «Me doy cuenta de que Dios siempre protege a los pequeños.» Quiere decir a los niños como ella, los únicos que parecen inmunes a esta plaga que ahora tenemos encima.

Así es, aunque no siempre. Por eso tenemos que seguir pensando nosotros en los grandes. Mis padres continúan bien. Es curioso esto del encierro. Piensas más en los que no están en tu confinamiento: mis padres, mis hijos mayores. Cuando esto pase, cuando los abrazos vuelvan a ser posibles, no van a ser como antes.

Fe de errores: He comprobado en Maldito Bulo que la fotografía del expresidente Aznar paseando su perro con los guardaespaldas era de varios días antes del estado de alarma. Reconozco mi error, aunque la noticia la vi en un medio en apariencia fiable debí contrastarlo, en estos días convulsos y confusos, y le pido las disculpas correspondientes. Sigo dudando, eso sí, sobre la necesidad de que quienes lo protegen estén confinados en Marbella con él, y no con sus familias o prestando servicio en otra parte donde sean más útiles y necesarios.

Actualidad, Diario de la alarma
About Lorenzo Silva
3 Comentarios
  1. Estimado Lorenzo,

    Muchos te echamos de menos en Twitter, aunque desde luego entendemos los motivos de tu «exilio» voluntario.
    Creo que esta es la primera vez que entro en tu pagína web, y lo hago sabienod que ya en pocas semanas podremos disfrutar de un nuevo libro de nuestros inegables Bevilacqua y Chamarro. Mi primer comentario es… ¡ya era hora! Por supuesto, un comentario hecho desde el humor.

    Me despido, como no puede ser de otra forma estos días, deseándole MUCHA SALUD.

    Saludos,
    Alfredo

    • Mi vida ha mejorado mucho sin tuitear. También mi trabajo y mis relaciones personales. Es un precio que merece la pena pagar, y hay vida y conversación fuera de Twitter. Gracias en todo caso y mis mejores deseos para ti y los tuyos.

  2. Bruno Barragán fernandez 20 marzo, 2020 a las 12:59 pm Responder

    Eres grande maestro, y expresas sin duda muchas de las ideas que acuden a nuestra mente. Un abrazo y a seguir
    Bruno Barragan

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