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24 marzo, 2019

Elogio del (y la) cabo @elmundoes

 

 

Aquel que no conoce al enemigo ni se conoce a sí mismo es derrotado en todas las ocasiones, nos dice el maestro Sunzi (o Sun Tzu). El hombre que se hace llamar Toni no lo ha leído, o si lo ha leído no le aprovechó, porque decide lo que decide y con ello, como no podía ser de otra manera, se verá expuesto ante un tribunal. El hombre que se hace llamar Toni ocupa un cargo público y desde él, siguiendo instrucciones de la organización a la que pertenece, se dispone a utilizar los recursos del erario para fines ilegales. Como no se conoce a sí mismo, intenta proceder como un avezado delincuente, mediante un teléfono prepago desde el que da las instrucciones. Como no conoce al enemigo, e incluso lo desprecia, deja pistas tales como su DNI o la conexión reiterada a la red de telefonía desde su domicilio. El resultado es el que cabía vaticinar: lo descubren y queda en ridículo.

El enemigo del que debía cuidarse resultó ser un cabo de la Guardia Civil, el que recibió el encargo de averiguar quién era el tal Toni al que se referían algunos testigos. Sus diligencias las cuenta en el juicio en el que muchos meses después se dirimen las responsabilidades derivadas de aquella ilegalidad. Todos los detalles los recuerda con orden y exactitud, y en su relato, a preguntas del fiscal y de los abogados de los imputados, quedan patentes la pulcritud y el pundonor con que hizo su trabajo, frente a la chapuza temeraria de aquellos a quienes debía llevar ante la justicia. Mientras depone, en las redes sociales y en los medios de comunicación afines, sufragados por el contribuyente para mayor ignominia, los partidarios de la organización encausada se mofan de él y de su condición. Guardia civil y cabo, poca cosa para sus estándares y prejuicios clasistas; alguno llega a aventurar, jocoso, que no habrá leído un libro en su vida.

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Nota: Mientras publico la entrada me pasan esto que firma Luis Artigue. Otra muestra de cómo el clasismo linda siempre con la ignorancia. La alusión a Getafe, improcedente —quien vive ahí no es Bevilacqua ni Chamorro, sino yo—, otro llamativo —y patético— síntoma.

Actualidad, elmundo.es, vidas.zip
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