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25 marzo, 2022

Europa en guerra

Hace ahora treinta años, una arrogancia algo ilusa nos hizo concebir la esperanza de ser capaces de acabar con la guerra. Por lo menos, en el mundo desarrollado y en la porción que más directamente nos incumbe, el viejo y envejecido continente que llamamos Europa. El colapso de la URSS bajo el peso de sus mentiras —como tan bien nos ha narrado Svetlana Alexiévich, a propósito de Afganistán y de Chernóbil—, el éxito económico y político de la UE, así como el acceso de millones de personas a las delicias de la sociedad de consumo, parecían abrir la senda de una coexistencia civilizada entre las naciones que componen este abigarrado tapiz entre el Atlántico y el Mediterráneo.

Tres décadas después, y tras consumir dos de este siglo XXI que ha sido de guerra continua en suelo ajeno —desde el Sahel hasta las montañas afganas, pasando por Siria o Irak—, el jinete armado del Apocalipsis se complace, para nuestro estupor, en reducir a escombros urbes europeas del porte de Kiev o Járkov. Podemos pensar que ha sido una cuestión de mala suerte: que cuando todo iba tan bien se nos cruzó ese psicópata autoritario de Putin, montó una mafia que se adueñó de Rusia y al llegar a la vejez se le fue la pinza y le metió fuego al continente por la parte de Ucrania, que era la que le pillaba más a mano.

Sin embargo, una lectura atenta de la Historia invita a darle otra vuelta al asunto. Una vuelta que no impide que juzguemos a Putin como un déspota desalmado, porque pruebas ha dado de serlo incluso con sus más cercanos colaboradores y en público, pero nos invita a meditar si en su día no pecamos de ingenuos y aun de imprudentes creyendo que con el desplome de la URSS ya estaba todo resuelto. Erramos al pensar que la guerra pasaba a ser algo que sólo podía llevarse por delante la vida de otros, de piel más marrón que la nuestra, o como mucho de esos soldados profesionales que enviamos a las escabechinas lejanas.

En su libro La guerra: cómo nos han marcado los conflictos, la historiadora Margaret MacMillan traza un certero recorrido por la Historia en el que constata que el homo sapiens sapiens tiende a moldear y transformar su realidad arremetiendo contra sus congéneres. Queriéndolo o no, Vladimir Putin ha abierto con su agresión a Ucrania la puerta a un cambio histórico. Quizá de él salga una Europa que de veras se una en torno a la defensa  de la dignidad humana frente a quienes la desprecian. O quizá nos quedemos otra vez a medias y ayudemos a incubar el huevo de la nueva serpiente que volverá a incendiarnos la casa.

(Publicado en diarios del Grupo Vocento el 15 de marzo de 2022).

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