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20 abril, 2018

Jóvenes lectores (y escritores) de Archena a Sant Adrià

 

 

Termino una semana algo agotadora, que ha transcurrido entre Madrid, varias localidades de Murcia (además de la capital, Archena, Cieza y Lorca), Cuenca y finalmente, hoy, Sant Adrià de Besós, en Barcelona.

En todas ellas he podido encontrarme con lectores, muchos lectores, de hecho: en conjunto, más de un millar, y la inmensa mayoría jóvenes. En todos los lugares la experiencia ha sido hermosa y enriquecedora. Así, en el reencuentro con la magnífica labor que vienen haciendo en la biblioteca municipal de Lorca sus bibliotecarias, Luisa y Susana, con las que llevo más de veinte años colaborando y que esta vez me trajeron como lectores a quinientos chavales (se dice pronto) para celebrar el vigésimo aniversario de El cazador del desierto. Así, también, la conversación con los lectores jóvenes de Cieza, por la mañana, en su instituto, el Diego Tortosa, y por la tarde con los lectores adultos en el acogedor claustro de su biblioteca municipal. Así, en fin, el encuentro con los lectores de Cuenca en el marco del festival Las Casas Ahorcadas, que con entusiasmo e inteligencia sostiene en esa ciudad, junto a su equipo, Sergio Vera, con el que siempre es un placer y un privilegio conversar.

Me va a permitir quien esto lea que, tras mencionar todo lo anterior, y darle el valor máximo que tiene para mí, destaque y me detenga en el inicio y el final del recorrido.

 

 

El inicio es la entrega del premio de narrativa juvenil (destinado a autores de 12 a 18 años) que por segundo año consecutivo organiza el colegio El Ope, de Archena, y para el que pidieron que prestara mi nombre. Lo hice sin dudar, porque no veo mejor empeño, si de propiciar y favorecer la creación literaria y la lectura se trata, que alentar y estimular a los más jóvenes, aquellos cuyo relato necesitamos, y no podemos dejar de tener, para ganar un futuro algo mejor que este presente que les legamos. Fue emocionante escuchar las serenas e inteligentes palabras de María, la ganadora del año pasado (17 años, que cualquiera lo diría) y ver a los nuevos ganadores recoger sus trofeos. No sé cómo podré devolver el regalo que me hacen permitiéndome estar ahí para entregarles el reconocimiento que han ganado y se merecen.

 

 

El final fue el encuentro con los alumnos de secundaria y bachillerato del instituto Manuel Vázquez Montalbán, de Sant Adriá de Besós, en la periferia barcelonesa. Qué lujo constatar in situ el trabajo que hacen sus profesores, con medios y en circunstancias que todos sabemos que no son los óptimos —qué se le va a hacer: aquí, y al decir aquí me refiero a nuestro país, España, y cualquiera de sus comunidades autónomas, no son la educación ni la cultura las prioridades—, por despertar en ellos el gusto por la lectura y por invitarlos a desplegar su creatividad. Qué sensibilidad y generosidad la de unos y otros. Y como es de justicia, y es uno de los pocos programas dedicados al asunto, debo mencionar y menciono que la visita fue en el marco del programa de presencias de escritores en centros de enseñanza que mantiene el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

 

 

Cierro la semana agotado, pero feliz por haber podido estar allí donde de veras se da la batalla por la lectura, por el conocimiento, por la cultura. Que no es en los corredores ministeriales ni en los fastos literarios, sino en ese espacio modesto y prometedor, el más prometedor de todos, que son las aulas donde viven, hoy, ahora, los lectores de mañana. Gracias a todos.

POSTDATA DEL 22 DE ABRIL:

Acabé tan exhausto la semana, tras la acumulación de actividad, que olvidé reseñar, y es imperdonable, que el lunes estuve por la mañana en mi antiguo instituto, el IES García Morato de Madrid, y por la tarde en el colegio Jesús-María, también de Madrid, y que las dos experiencias fueron inolvidables. La primera se entenderá mejor si cuento que en el mismo salón en el que me dirigí a los chavales me dieron mis primeros premios literarios y representé mi primera (y última) obra dramática, hace 34 años. La segunda la compartí también con chicos y chicas que escriben, algunos desde la superación de importantes dificultades personales, y a los que pude entregarles el premio a su buen hacer. No sé a cuántos, de los varios cientos de alumnos que sumaban los auditorios de ambos encuentros, logré transmitirles la convicción de que leer y escribir es una forma valiosa de estar en el mundo. Con que fuera media docena, ya valió la pena el esfuerzo. Todos ellos, de eso debo dejar constancia, me acogieron con deferencia y me escucharon con atención. Gracias a ellos y a sus profesores.

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About Lorenzo Silva
4 Comentarios
  1. Es un lujo contar con autores tan comprometidos con la lectura, con los lectores, como tú, Lorenzo. Comprometido de forma activa, hasta acabar agotado. Doy fe. Un placer. Saludos. Tomás.

    • Gracias, siento que es mi deber, Tomás. Y una forma de agradecer y devolver lo mucho que me han dado los lectores, en especial los más jóvenes.

  2. Es un auténtico placer constatar la conexión escritor— jóvenes que logras, Lorenzo. Tiene mucho que ver el arte de la palabra y la calidad humana que transmites. Un saludo afectuoso.
    Cristina P.

    • Es fácil cuando viene precedido de un buen trabajo de los docentes. Gracias a vosotros y recuerdos eternos al joven cuarentón, nuestro querido y común Morato.

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