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8 mayo, 2018

La caída de Mikel Irastorza (@elmundoes)

 

 

(Nota: Esta historia, que estaba por contar, sirve para mostrar la nada que se «disolvió» la semana pasada).

Es un soleado mediodía de otoño en la hermosa localidad vascofrancesa de San Juan de Luz, a escasos kilómetros de la frontera española. Hay mucha actividad en las calles: son fechas de vacaciones escolares en Francia y el buen tiempo anima a la gente a salir y pararse a tomar algo en las terrazas. Niños y adultos de todas las edades van y vienen por el casco antiguo. Entre ellos, perfectamente camuflados, varias decenas de guardias civiles vigilan al acecho de lo poco que queda de ETA.

Para el observador desprevenido, lo que se ve es el ambiente normal y relajado de un pueblo costero en un día vacacional. Lo que ve quien sabe es algo muy distinto: la trampa en la que va a caer, sin poder evitarlo, el que desde hace poco más de un año gira como máximo responsable de la organización terrorista ETA. Unas siglas que antaño fueron sinónimo de terror y de un poder casi inapelable sobre la vida de miles de personas, y que a estas alturas de 2016 encubren la nada precaria y clamorosa que pronto va a quedar al descubierto. El líder de esa nada se llama Mikel Irastorza, y ha hecho toda su carrera en el entramado político de la banda; más en concreto en Ekin, la sucesora de KAS en el comisariado político de la izquierda abertzale. Es un jefe sin ninguna experiencia militar, un general de pega que ha ocupado el puesto vacante para el que ya no se postula uno solo de los gudaris con alguna trayectoria como terroristas. La gran mayoría de ellos, porque están en la cárcel; y alguno que sigue aún suelto, como Josu Ternera, porque prefiere esconderse para eludir la suerte de sus compañeros, en lugar de ocupar una silla cuyo titular no tiene más horizonte que el penitenciario.

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2 Comentarios
  1. No se puede mostrar tanto desprecio con tanta clase .
    Estupendo artículo .

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