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30 marzo, 2018

La tumba de Leonardo

 

 

Está en Amboise, a orillas del Loira, en ese tramo central del río más largo de Francia que se suele decir que es el verdadero corazón del país. Allí fue donde se retiró Leonardo da Vinci los tres últimos años de su vida (esto es, de 1516 a 1519, hace ahora 500 años), invitado por Francisco I, aquel rey francés al que los españoles conocemos como el derrotado por Carlos I de España y V de Alemania en la batalla de Pavía, pero que además fue un mecenas de exquisita sensibilidad que ofreció al genio florentino un refugio seguro en sus últimos años.

 

 

En lo alto del castillo de Amboise, en la recogida capilla de San Huberto, reposa Leonardo en una tumba sencilla y solitaria. Antes estaba en otra iglesia cercana, dentro del mismo recinto fortificado, cuya ubicación señala hoy un busto del artista. Tras su ruina los restos se trasladaron al emplazamiento actual, que resulta apropiado por lo sugerente y lo modesto de su factura.

 

 

Estuve allí hace un par de días. El lugar estaba desierto. El destino final de uno de los seres humanos más extraordinarios de los que se tiene noticia, en un paraje de imponente belleza, no parecía atraer la atención de nadie. Venía de París, y también de pasar una jornada acompañando a la pequeña de mi familia en su visita a un lugar mucho menos verdadero y bastante menos importante, en mi opinión, pero en el que se hacinaban verdaderas multitudes, tras pagar el precio de una entrada de precio prohibitivo para acceder, con suerte, a media docena de atracciones después de soportar colas interminables. La pequeña quería verlo y lo vio, que no se diga que su padre le negó la experiencia. Pero espero que en su memoria quede también que estuvo en el lugar donde vivió y murió un hombre de genio imperecedero, del que le conté lo que creí que a su edad podía convenir, y que allí no había multitudes, ni colas; sólo aire, luz y silencio.

Y belleza.

El viaje nos permitió acceder a otros lugares solitarios y memorables. Como la laguna de Arcachón, a la hora del crepúsculo.

 

 

O la duna de Pilat, en una mañana soleada de improviso.

 

 

O la Corniche de Urrugne, otra tarde que el sol se dignó favorecernos.

 

 

El contraste entre tantos lugares bellos y vacíos y los estímulos que suscitan las aglomeraciones de nuestro tiempo me hizo pensar en que esa soledad de la tumba de Leonardo es una señal y al mismo tiempo un desafío. Una señal de cuánto nos distrae y nos despista de lo esencial la conspiración cuasi universal para reducirnos a la condición de consumidores dóciles y compulsivos. Un desafío para preservar un espacio de soledad, de desconexión y hasta de insurrección frente a la pulsión gregaria, reforzada en nuestros días por esas herramientas de aturdimiento de masas que damos en llamar redes sociales y que muchos confundieron (confundimos) en algun momento con un espacio de libertad y expresión del pensamiento propio.

Para reencontrar esa libertad y ese pensamiento propio hay que irse a los lugares abandonados por la multitud. Entre los que está, aquí lo atestiguo, la tumba de Leonardo.

 

 

Actualidad
About Lorenzo Silva
8 Comentarios
  1. ¡Qué gran verdad! Y qué bien escrito, y descrito.

  2. Qué preciosidad, Lorenzo. Me lo apunto para ir. Lo de la soledad me encanta. Soy gran admiradora de Leonardo y estuve en Vínci (Florencia) el pueblo donde nació y vivió su niñez con su madre, Catalina. Unos parajes campestres muy auténticos, aunque allí de su vida de niño no había rastro. Yo también tuve que ir a ese sitio de aglomeración que comentas cuando mis hijos eran pequeños. Os agradecerán en el futuro que los llevaseis a los dos sitios, seguro. 😉 Un abrazo.
    Mar de los Ríos

  3. Gracias por la información. Desconocía su ubicación y seguro le haré una visita de homenaje. Como tu bien dices, fue un ser humano extraordinario y como tal, se le ha de reconocer.

  4. Tomo nota para visitarla en alguna ocasión. Gracias

  5. Acertado y precioso el comentario y el paisaje…Asi eran la mayoría de los lugares q ahora están tan visitados…Descubrimientos q se van incorporando al conocimiento popular.
    Privilegio del descubridor y peaje de la globalización.
    Yo también iré..

  6. Gracias por esa maravillosa descripción del lugar de la tumba de Leonardo que desconocía. Estoy de acuerdo con lo que llama usted «consumidores dóciles y compulsivos». A esto es a lo que nos arrastran en nuestra «sociedad moderna». Tomo nota para disfrutar de ese magnífico enclave.

  7. Fantastica entrada. Así andamos nosotros, intentando compaginar historia, cultura y literatura con diversión. Hay que reconocer que el consumismo y las nuevas tecnologías nos lo ponen complicado a la hora de educar a nuestros retoños. Respecto al tesoro-tumba del amado Leonardo, mil gracias por compartirlo,

  8. Genial Amboise… pero para los niños, más interesante que el Château es la mansión de Clos-Lucé, donde residió Leonardo los últimos 3 años de su vida y donde pueden interactuar con sus infinitos inventos, apúntalo para tu próxima visita a DLP 🙂

    Por cierto, que la tumba de Leonardo está vacía 🙁
    https://es.wikipedia.org/wiki/Castillo_de_Amboise

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