Blog

25 mayo, 2019

Los que pagamos @elespanolcom

 

 

Esta semana ha tocado aprender, gracias al muy didáctico juicio que se viene celebrando en la plaza de la Villa de París, algunas nociones básicas de economía y contratación, y más en particular en lo que toca a las administraciones públicas. Frente a la pretensión de las defensas de que no hay malversación en el zafarrancho publicitario y logístico que se montó con motivo del referéndum ilegal del 1-O, porque nadie pasó al cobro ninguna factura, han comparecido ante la sala cuatro probas y sensatas funcionarias para dejar sentadas algunas ideas relevantes.

La primera de todas es que la administración no incurre en un gasto por el hecho de que alguien decida o no facturarle lo que sus representantes le encargaron hacer o suministrar, sino por el hecho, independiente y anterior, de realizarse el servicio o suministro correspondiente. Esto, en relación con cualquier bien o servicio entre dos partes, lo sabe o lo debería saber cualquier estudiante de contabilidad de nivel básico, pero se nos trata de convencer de que lo ignoraban quienes tenían a su cargo, entre otras, la conselleria de Economía de la Generalitat. También lo puede razonar cualquiera que preste una mínima atención a la naturaleza de las cosas: si quien por lo común representa a la administración —y en esa calidad— me pide que haga algo, y la empresa a la que yo represento lo hace, eso genera una deuda a cargo de la administración y un crédito para mi empresa. Deuda y crédito que subsistirán hasta que se satisfagan, aunque yo hoy no me atreva a facturar, no quiera hacerlo o haya pactado bajo mano que me harán en el futuro más pedidos para compensarlo. Basta con que mañana me reemplace otro que sí lo facture.

Seguir leyendo en elespanol.com

Actualidad, Artículos de opinión, El Español
About Lorenzo Silva

Deja una Respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *