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9 julio, 2023

Los saberes terribles

Uno no vuelve a mirar las matemáticas ni la física de la misma manera después de leer Un verdor terrible, del escritor Benjamín Labatut, nacido en Rotterdam y afincado en Santiago de Chile. A través de una serie de narraciones inspiradas en la vida y los trabajos de algunos de los matemáticos y físicos más importantes del siglo XX —Grothendieck, Schrödinger, Einstein, Heisenberg, Bohr—, precedidas de una evocación del hallazgo del azul de Prusia a cargo de un alquimista del siglo XVIII, nos lleva Labatut a una serie de incómodas preguntas. Pone con ellas en cuestión nuestra fe en los avances científicos, siempre revestida de un optimismo fundamental: todo saber es progreso, o lo propicia, y los afanes de la ciencia, traducidos en los logros de la tecnología, nos conducen a una vida cada vez mejor.

La primera gran enmienda a ese postulado la pone el autor en labios del berlinés Alexander Grothendieck, quien después de revolucionar las matemáticas de su tiempo, sobre los cuarenta años creyó haber dado con una suerte de unificación total, algo que llamó enigmáticamente «el corazón del corazón», y que le causó tal horror que prefirió ocultarlo y abandonar por completo su actividad como investigador para llevar en adelante una vida errante y caótica. «Los átomos que despedazaron Hiroshima y Nagasaki no fueron separados por los dedos grasientos de un general, sino por un grupo de físicos armados con un puñado de ecuaciones», advertía a sus alumnos, antes de desaparecer.

Recrea más adelante Labatut el nacimiento de la física cuántica, pese a la férrea oposición de Einstein, que al fin hubo de darse por vencido y aceptar la validez de la teoría enunciada por Heisenberg. Cuando este está aún peleando con su hallazgo, se encuentra a un oscuro sujeto que se espanta de la distorsión del tiempo y el espacio que ha traído a su vida el teléfono y le espeta, furioso: «¿A quién le debemos este maravilloso infierno si no a ustedes? Dígame, profesor, ¿cuándo empezó esta locura? ¿Cuándo empezamos a dejar de entender el mundo?»

Al final del libro, un misterioso jardinero, que fue en otra vida matemático, razona que la física cuántica, que está detrás de internet y de los teléfonos móviles, ha transformado el mundo hasta hacerlo irreconocible; funciona, pero nadie es capaz de comprenderla. Es, dice, como un «monolito caído del espacio», y nosotros «gateamos a su alrededor como simios». La imagen es tan certera como desoladora. El último avance, la inteligencia artificial, promete nuevos desconciertos. Y ahí continuamos: alimentándola

(Publicado en diarios del Grupo Vocento el 4 de julio de 2023).

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