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19 febrero, 2023

Rencor social

Me tropiezo al final de la lectura del segundo tomo de los diarios de Rafael Chirbes con el testimonio de los días que pasó en Marsella en noviembre de 2006. Me llama la atención porque en esos días coincidí con él allí, incluso compartí un almuerzo junto a otras personas. Por suerte, el episodio debió de parecerle irrelevante: ni lo menciona ni menciona a un servidor. Y digo por suerte porque rara vez Chirbes ofrece un retrato amable de sus contemporáneos, sobre todo escritores. Yo lo recuerdo en aquella comida taciturno y tirando a sombrío. Y se entiende leyendo el diario: según anota, lo asediaban la enfermedad, la soledad, la vejez, las dudas creativas, y acababa de abandonar la revista Sobremesa, para la que había escrito durante más de veinte años sobre gastronomía y que le daba su ingreso más regular.

Al margen de su estado de ánimo, la lectura de estos diarios de Chirbes es siempre enriquecedora, y me emociona comprobar que en esos días estaba leyendo, justamente, Imán, la inmensa novela de Ramón J. Sender sobre la guerra de África que tanto he releído, admirado, recomendado y de la que incluso me honro en haber preparado la más reciente edición para Austral.

La reseña que le hace Chirbes, lector a menudo atrabiliario pero siempre sagaz, es espléndida. Le da a la obra de Sender el valor que tiene, y que no siempre se le reconoce, por acercarse con mirada y oído excepcionales al horror y el dolor que recae una y otra vez en la historia de España sobre los de abajo. Por mirar a los humildes con ese respeto, sin los paternalismos o los complejos de superioridad de otros, admira también Chirbes al Aldecoa de Gran Sol. Y clava el calibre de aquella tragedia: para borrar lo que Sender narra, se llegó a desatar una guerra civil.

Para eso y no para reprimir a catalanes y vascos, como lee Chirbes en un diario francés, lo que le da ocasión para apiadarse de la candidez con que los guiris consumen mercancía averiada sobre la España contemporánea. Se dio un golpe para acallar la desesperación de los de abajo, que Sender refleja, dice Chirbes, en un texto lleno de rabia y «rencor social». De este reconocía participar él mismo, por sus orígenes pobres; de ahí su diatriba contra la Transición, la socialdemocracia, el zapaterismo y otras formas de transacción desde la izquierda. Aun sin adherirse a su maximalismo, más le vale a quien aquí gobierne algo, de derecha o izquierda, no desdeñar ese rencor social. Ni los que ganaron una guerra pudieron extinguir la fuerza moral de su relato. 

(Publicado en diarios del Grupo Vocento el 14 de febrero de 2023).

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