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5 marzo, 2023

No existen grandes hombres

La frase la deja caer el escritor irlandés John Banville en un pasaje de su novela Las singularidades, recién publicada entre nosotros: «No existen grandes hombres; preguntad a cualquier mujer». Al tropezarse con ella, a este lector le resulta inevitable acordarse de cómo Nora Joyce, la mujer del autor del Ulises, se burlaba de él delante de las visitas y amenazaba con dar a la imprenta sus memorias, bajo el título de Mis veinte años con un presunto genio. Lo cuenta en las suyas el editor americano de Joyce, Bennett Cerf, el fundador de Random House.

Incluso los seres humanos a quienes cabe acreditarles logros excepcionales se comportan en alguna faceta de su vida de manera mezquina, cuando no ridícula. Eso es lo que sugieren la ironía de la sufrida Nora y la historia que narra el último libro de Banville, en el que, según su propia declaración, viene a ofrecer al lector una suerte de compendio de toda su obra y de testamento literario.

Nora y James Joyce

Interpretada en esa clave, Las singularidades contiene una confesión que se atribuye a uno de sus personajes —el que en teoría es un gran hombre, científico de renombre mundial— pero que resulta difícil no leer como una reflexión del propio escritor sobre su oficio, en el que ha alcanzado una maestría de la que podemos dar fe sus lectores. Habla de un ángel que siempre ha tenido delante de él, cerrándole el paso, imposible de superar mediante la lucha, que le ha hecho dudar de sí mismo y de lo que tenía que hacer. Y concluye: «Estaba siempre allí, el ángel del fracaso, de la muerte y de la perdición».

A esa triple sombra hemos de sobreponernos todos en nuestros empeños, pequeños o grandes. Y aprender a vivir es también aceptar que no siempre saldremos airosos. Frente a nuestros logros se alzan, fatídicas, las ocasiones en las que no acertamos a estar a la altura.

Angelus Novus, Paul Klee

Siendo esto así, y habiendo sido así siempre, hay algo en estos últimos tiempos que Banville representa a través de una alegoría, la de un mundo trastornado por los hallazgos del genio que le ha dado una nueva explicación a la realidad. El principal resultado es la dificultad que tienen todos para concentrarse: «Continuamente algo se interpone, desvía sus pensamientos, los atonta o los absorbe por completo, y enseguida aparece otra cosa para atraer su atención, siempre menguante». Si al ángel que nos cierra el paso y a nuestra propensión a fallar añadimos el andar todo el rato a humo de pajas, la grandeza será cada vez menos asequible. Y no hará falta una Nora para atestiguarlo.

(Publicado en diarios del Grupo Vocento el 28 de febrero de 2023).

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