Pronto se cumplirá un año del caótico abandono de Kabul. Pensando en lo que les escuché a quienes estaban allí, lo primero que me ha venido a la mente es una estampa, real, recreada como ficción en el pasaje de Nadie por delante que transcribo a continuación:
En una de las últimas entradas que ha habido por Abbey Gate se han colado dos hombres con un bebé que no están en la lista ni pueden acreditar vínculo alguno con España. Echando mano de la criatura, han logrado entrar, pero no justificar que deba hacérseles un hueco en los aviones. Toca devolverlos, y el niño, ya sea o no uno de los dos su padre, no puede quedarse allí solo.
Guindilla y Mondy, que reciben el encargo, recordarán el episodio como el peor que les toca vivir en ese fin de agosto en Kabul. No es fácil ignorar las súplicas de los dos hombres, a los que tienen que forzar a salir, pero la verdadera prueba es evitar el contacto visual con el bebé hasta que los llevan más allá del cordón de los marines. Es tan difícil, piensa Guindilla, como dispararle a un hombre.
Hay quien piensa que el verano es sólo propicio a las lecturas de evasión. En este caso no les recomendaré la lectura de este libro. Pero si a alguien le queda un hueco y alguna gana de avizorar entre los oscuros entresijos de nuestro mundo, ese en el que los países se invaden para redimirlos y después se los abandona sin más, en el que las centrales nucleares, el gas y el hambre se usan como armas de guerra, y en el que la mansión de un expresidente de los Estados Unidos acaba registrada por el FBI, quizá no le sobre leer acerca de lo que ven los que van con armas a la primera línea, en ese lugar de sangre y fuego donde al final se acaban ventilando todos nuestros fracasos.
Por si sirve para situar a alguien, no me resisto a citar la opinión de un lector caracterizado, el profesor José María Pozuelo Yvancos, en las páginas del ABC Cultural:
Narrativamente Lorenzo Silva ha construido un artefacto excelente, pues en cada uno de los episodios va dando cuenta de sucesivos lances de batalla, desde el asalto al islote Perejil, que no deja de mirar con piedad a los cinco soldados marroquíes allí capturados, hasta el excelente capítulo (me parece el mejor de la novela) titulado ‘Para habernos matado’ en que narra la prodigiosa huida de un grupo del destacamento español en un blindado Vamtac, en que no saben explicarse cómo se metieron los diez soldados en el vehículo.
Hay otros momentos soberbiamente elegidos entre los muchos que el grupo de operaciones especiales del Ejército con sede en Rabasa (Alicante) le ha transmitido, pero que hay que saber trasladar con la emoción y el respeto que aquí se ofrecen. La misma que Homero tuvo ante los combatientes de su ‘Ilíada’, según los maravillosos versos que figuran en los antetextos de cada parte.
Para que sea menos duro de digerir, en el libro también hay música. Podéis encontrarla en esta playlist, donde suenan Estopa o Rachid Taha, a quienes recurren en la realidad los hombres que inspiran a los personajes de la ficción, pero también Happens To The Heart, canción postrera y póstuma de Leonard Cohen, que escucha uno de los soldados cuando vuelve de Afganistán, con la sensación de que nada ha arreglado con su sacrificio y su esfuerzo. Me parece un buen himno para estos tiempos.
No me olvido, en todo caso, de quienes buscan en estos días lecturas más amables, o menos tenebrosas, aunque la muerte no esté ausente de sus páginas. En este verano de 2022 me alegra que coincidan en asequibles y más que dignas ediciones de bolsillo las dos novelas de 2020 y 2021, El mal de Corcira y Castellano, con La forja de una rebelde, la segunda de Manuela Mauri, coescrita con Noemí Trujillo. Si elegís alguna de ellas, espero que sea buena compañía.
A mí me ha acompañado en los últimos días este libro, que recomiendo, porque ayuda a entender mejor cómo ha sido posible que un personaje como Putin tenga el peso que tiene en la actual configuración del mundo. (Atención, destripe: gracias al dinero y la connivencia de Occidente.)
Descansad y disfrutad de agosto. Que septiembre promete.
